domingo, 21 de junio de 2009

Viaje Gastronomico al corazon de la Campania 3 (La Costa Amalfitana e Irpinia)






Continuando con el viaje a Campania, vamos con la tercera y ultima entrega, la mas vinícola de todas.

Comenzaba nuestro tercer día y volvimos a cambiar el programa; Íbamos a ir a Feudi di San Gregorio directamente, para comer allí. Al final, decidimos dar una vuelta por la Costa Amalfitana, hubiera sido otro pecado no verla estando allí y…. en un país con Papa no nos lo perdonarían.
Después de desayunar, cogimos el coche para la costa. Pasadas más de 1000 curvas, por lo menos, llegamos a Positano. Seguramente es difícil de describir, pero lo intentare.
Una costa de vértigo, donde las rocas juegan con la gravedad, rodeadas de un mar virgen y cristalino. Huertas llenas de cidras (Limones gigantes), hierbas aromáticas, frutas exóticas y verde, mucho verde.
La carretera que lleva a estos pueblecitos parece querer prohibirte el paso con curvas que deben haber sido trazadas por un mago epiléptico. Pero todo allí rezuma tranquilidad, naturaleza y belleza.
Una vez allí, habíamos pensado en bajar al pueblo, pero volvimos a cambiar de idea y decidimos volver a desayunar. En lo alto de un escarpado acantilado cuelga un hotel que lo diseñaron los hermanos Green, porque es de ensueño. Uno de los hoteles de más lujo de esta costa; San Pietro di Positano.
Tomamos un desayuno perfecto, en un sitio perfecto. Zumo de naranja natural, dulces, panini de prosciutto y café. Después de desayunar, nos enseñaron las cocinas, la playa privada, el restaurante y algunas cosa que hacen ellos en particular. Fernando había trabajado algún tiempo con el cocinero de este hotel, Alais Vanlangenaeker, de origen Belga, que como todo cocinero de prestigio viaja más que el baúl de la Piquer.
Estando en la playa, me acorde que había dejado mi bolso de viaje que me acompaña a todos los sitios y subí a por él. Las bromas fueron tremendas porque me decían que si creía que esa gente (Pagan unos 600€/día por la habitación), me iba a quitar mi bolso, pero para mí es todo lo que tengo y me parecía más importante que no se me extraviara que ver una cocina que no me comprare en dos vidas que viva (La placa de inducción cuesta 300.000€).
En este hotel pasan temporadas desde la Reina de Inglaterra hasta Paris Hilton entre otros. Esta última no sé si llevara bragas aquí.
Continuamos el viaje hacia Salerno. Ya no paramos mas pero pasamos por Praiano, Amalfi, Minori, Maiori y Marina di Vietri, hasta llegar a Salerno.
En el viaje, hubo división de opiniones hasta tener que votar. Yo quería comer en una trattoria, sentado, alguna pasta. Fernando quería ir a una fábrica de búfala a comer, de pie, unos quesos. Se voto y salió ganador Fernando. Una pena, ni me sorprendió la búfala, ni era nada nuevo para mí. Prefería haber comido en una trattoria de la Costa Amalfitana. Comer pasta hecha por ellos, vino del lugar y algún postre incluso. Esa búfala la hubiera comido, seguramente mejor en esa misma trattoria. Pero el viaje no nos habia traido todas las "sorpresas" que nos deparaba.
Entre vuelta y revuelta por la costa amalfitana, segun ibamos recreandonos en la naturaleza, los escarpados casi imposibles, el mar en estado puro, me di cuenta de que Elisa se acercaba demasiado a los "quitamiedos" de la derecha.
De hecho, le dije a Juancho un par de veces, entre bromas, que metiera el brazo, que le iba a dejar el muñon.
Creo que a la tercera (dicen que va la vencida), Juancho no hizo mas que meter el brazo y Zas!, Elisa se debio enamorar de las piedras de la costa y dejo el lateral del coche un poco mas "metido para adentro".
Imaginar las voces interiores en el coche. Que si habia que quitarle el carnet de por vida, que si nos iba a matar, que si debian meterla en la carcel, asi de cariñosas eran las afirmaciones de los compañeros de viaje hacia Elisa. La verdad es que Elisa parecia un boxeador de los pesos mosca, encajabalos golpes con mucho estilo. Asi que despues de varios exabruptos, continuabamos el viaje.
Una vez en Salerno, decidimos comer algo de mozzarella (Nada del otro jueves), un poco de prosciutto y un poco de scamorza, menudo festin. Después de mi segundo “amago” de comer (Anoche y hoy), nos dirigimos ya hacia Avellino. Concretamente íbamos a Irpinia. Debiamos visitar a Feudi di San Gregorio.
Después de no menos discusiones entre Juancho y Elisa que de kilómetros, llegábamos a Feudi, pero no había acabado el viaje.
Debíamos de viajar durante unos 45 minutos desde la bodega hasta las viñas de más de 250 años que tienen en Irpinia. Era una obligación ver las viñas de las que tanto he hablado. Unas viñas pre filoxéricas de más de 250 años bien merecían unos cuantos kilómetros mas.
Una vez allí, nos enseñaron las viñas más antiguas de la Irpinia, son viñas que sobrevivieron a la filoxera, que acabo con casi todas las viñas de Europa. Es realmente impresionante ver unas viñas en cordón speronato que eran guiadas por el “palo vivo”, una rama que le servía de guía y que, en muchos casos, se convirtió con el tiempo en un árbol frutal de dimensiones increíbles.
En muchos casos, el árbol y la vid, se mezclaron en raíces y tallo. Hoy la vid de aglianico parece un árbol de grandísimo tamaño.
Todas las viñas antiguas de aglianico en esta zona está desarrollada en cordón speronato, pero las nuevas (de unos diez años) están desarrolladas en guyot. La gran diferencia de una a otra es que en guyot es más productiva y se dedica una rama diferente cada año al desarrollo de la vid. En Toscana el cordón speronato suele ser doble. De un tipo de desarrollo a otro puede haber casi 4 veces más producción.
Vimos la diferencia entre unas hojas de aglianico y otras de otras uvas como el piedirosso. Una mas alada y menos dentada (Piedirosso) y la otra todo lo contrario (Aglianico).
Después de ver todo este territorio, nos volvimos a Avellino para hacer una cata de vinos y ver la bodega.
Después de otros tres cuartos de hora estábamos en la bodega. Comenzamos viendo la zona de embotellado, la zona de prueba del vino y los contenedores de fermentación.
A continuación, fuimos a ver las barricas (En su mayoría Allier y Nevers) donde envejecen los vinos de esta bodega.
Los grandes vinos envejecen en unos toneles de roble austriaco de forma ovalada que tuvo que reconocerlos Juancho porque la persona que nos enseño las bodegas no la conocía.
Era una chica que dedican a enseñar la bodega pero la pobre tenia mejor cuerpo que cabeza. No sabía más de lo que le habían enseñado para hacer de guía.
Continuamos catando los vinos con un poco de prisa (Como siempre) dado que teníamos que ir a cenar a las colinas romanas, a Fontana Cándida y había más de 150 kms.
En primer lugar catamos un blanco que yo no conocía, el Serrocielo, de uva falangina en pureza, desarrollo en guyot que permanece durante 5 meses con sus levaduras en tinas de acero inoxidable. Nos pareció francamente bueno.
A continuación, probamos un rosado, de uva aglianico, desarrollado en guyot y en cordón speronato que permanece 4 meses en tinas de acero inoxidable. Lo probé por ver otro rosado pero no nos sorprendió y creo que es difícil un rosado de aglianico.
Continuamos con tres grandes; Patrimo, Serpico y Taurasi reserva Piano di Montevergine. Todo un espectáculo, pero el do de pecho lo dio el Piano di Montevergine 02. Largo, con un tanino que te envuelve, con notas de frutos rojos como la mora, guinda y ciruela con notas balsámicas y tostados. Es mineral y elegante. El final es de picota madura y regaliz.
Era una pena, pero había que salir corriendo para Castelli Romani. Y quedaban unos 150 Kms.
Como siempre, era una aventura ya que la conductora era Elisa. Podiamos perdernos, sufrir un accidente, en fin, cualquier cosa.
Asi que otra vez en la carretera. Me recordaba a un libro de mi juventud; On the Road de Jack Kerouac. Fue un libro que me marco mucho y este viaje no tenia nada que envidiarlo.
Poco antes de llegar a Roma, hacia la izquierda de la carretera comienza la zona de Castelli Romani,
Las ciudades de Castelli Romani pertenecían a la antigua ciudad de Tusculum, que data del s.IX a.C. favorita de papas y grandes mandatarios que construían allí sus villas y palacios. Los principales pueblos dei Castelli Romani son: Frascati, Castel Gandolfo y Grotta Ferrata. La pena es que fuera ya noche cerrada con lo cual no vimos nada de nada.
Teníamos una cita con el expor manager del Grupo Italiano Vini en Fontana Candida, concretamente en el restaurante que tienen junto a la bodega. Pocos minutos después de llegar nosotros, llegaba el Sr. Simonazzi, tan atento como siempre.
Despues de saludarnos en el patio, nos hizo pasar al restaurante para la cena. El restaurante es un sitio muy coqueto, seguramente más que la comida, aunque no es un sitio caro y el chef es un enamorado del vino. Estuvo, prácticamente, toda la velada departiendo con Juancho sobre uvas autóctonas y variedades casi olvidadas.
Durante la cena (no fue nada espectacular), probamos varios vinos de Fontana Candida.
En primer lugar, el pago Santa Teresa, que ya conocíamos, después el Luna Mater 07, que están intentando “colocarnos” desde Vinitaly. Digamos que sería una selección de uvas típicas del Frascati, sobre maduradas y divididas en dos partes. La primera mitad se enfría rápidamente y se hace un prensado sutil, la segunda mitad se pone rápidamente a fermentar sobre la propia piel. Una pequeñísima parte, que se ha vendimiado más tarde viene añadida tal cual a la fermentación anterior para obtener las características propias de la variedad.
Después del embotellamiento, tiene un periodo de afinamiento en la gruta de la cantina, escavada manualmente en el tufo y con unas características de temperatura y humedad perfectas.
A continuación nos sirvieron un sirah llamado Siroe, un vino muy curioso obtenido de la unión de la uva sirah y una uva autóctona casi desaparecida llamada cesanese. Es un vino elaborado con uvas de la zona más volcánica del sur de Roma. Las uvas recogidas tardíamente después de la fermentación, un 25% pasa en barricas de roble francés, al menos 4 meses, el resto en acero inoxidable. Es un vino curioso con frutas de bosque y especies en boca pero ligero y tierno.
Por último, probamos el nuevo Malvasia del Lazio. Mucho más vendible al perder ese “amargor” seco de la anterior. Elaborado con un 100% de malvasía puntinata del Lazio, un vino que permanece tiempo (dos meses) sobre sus propias levaduras, como se hacía antaño, le dan unas características particulares. Después pasa un tiempo de afinamiento en tinas de acero inoxidable. Me parece un vino más aromático, con notas de banana madura y salvia. El final persistente es de un amargor muy elegante. Para mí, ha mejorado mucho.
Despues nos sacaron un vino que nos sorprendió, no recuerdo la denominación pero coincidimos que podía ser un vino vendible dado la relación calidad-precio. Era un vin del sur, eso seguro.
Nada más terminar, fuimos a ver la Fontana Candida, la fuente que se ilumina por la noche en la cantina y al hotel a dormir. Mañana visitábamos temprano la bodega.
Al día siguiente, despues de desayunar y recoger la maleta, nos dirigimos a Fontana Candida guiados por el Sr. Simonazzi.
Una vez allí, nos recibió el presidente del grupo italiano vini que nos enseño la sala de embotellamiento, algunas viñas y sobre todo, la famosa gruta donde permanecen vinos durante muchos años. Incluso, el Frascati que no está elaborado para envejecer, permanece muchos años aquí.
Ya en la cata, probamos otra vez el Luna Mater, y dos Santa Teresa, uno actual y otro de la añada 97. Todavía quería sobrevivir en el tiempo aunque se le veía ya que estaba precipitado. Pero estamos hablando de un blanco no elaborado para envejecer. Una cosa curiosa.
Después de salir de Fontana Candida y recoger un par de vinos con los que nos obsequiaron (en "honor" a Fernando), nos dirigimos a Roma, la ciudad eterna.
Quien me iba a decir a mí que nunca había visitado Roma, la iba a ver 3 veces en un año, aproximadamente.
Una vez entrado en Roma, aparcamos cerca del Tiber y fuimos a dar una vuelta al Campi dei Fiore.
Allí, alucinamos, sobre todo Fernando y yo, con la cantidad de frutas y verduras diferentes que se venden allí. De hecho, es posible, que decidamos importar sobre todo tomates y cidras.
Prácticamente sin descanso, desde aqui, nos dirigimos a comer a Roscioli. Debíamos comer y separarnos ya.
Ellos se dirigían hacia Toscana y nosotros al aeropuerto de Roma para volver a España.
Tomamos los clásicos (y espectaculares) Spaghetti Carbonara y Rigattoni amatricciana, junto a unos prosciutti variados.
Habíamos pedido para probar un Pigato, pero no había. Así que, al final, tomamos un blanco sloveno, un Tocai Furlanski 03 de Simcic y después un Etna Rosso de Benanti del que no recuerdo la añada. Los dos vinos estuvieron a la altura de la comida, o sea, muy bien. Al final sacaron algún postre y yo me pedí una copa de Malvasia delle Lipari Passito de Hauner, una buena forma de acabar una comida. Sobre todo si había durado casi 3 horas!
Cuando nos dimos cuenta de la hora, más de las 4 y media, empezaron los problemas. Casi no nos daba tiempo de ir a ningún sitio. Recogimos corriendo las maletas y fuimos a comprar unos libros a Feltrinelli mientras nuestros compañeros comenzaban a dar vueltas a Roma para salir.
Mientras comprábamos unos libros (yo compre un libro sobre las viñas autóctonas y un Dizionario enológico), nuestros compañeros rememoraban las cuadrigas en el circo romano y continuaban dando vueltas por el centro de Roma.
Tomamos un taxi en el mismo lugar que mataron a Julio Cesar (Que mal augurio), en el área Sacra en dirección al aeropuerto. Una vez salido del área más urbana de la ciudad, decidimos llamar a Nicoletta a ver por donde andaban. Cual sería nuestra sorpresa cuando nos dicen que todavía estaban dando vueltas al Coliseo! No nos lo podíamos creer, pero si había pasado más de tres cuartos de hora!
Hubiera sido mejor hacer lo que yo había pensado, que nos llevaran al aeropuerto y rodear la circunvalación de Roma hasta la salida hacia Florencia o Pisa. Creo que tardaron más de una hora en salir de Roma, Fernando se despertaba de vez en cuando y decía “Pues, cuantos Coliseos hay en Italia?”.
Nosotros tuvimos el tiempo justo para tomar una Coca Cola, comprar algún suvenir, el periódico y aguantar la media hora de retraso, ya habitual en estos casos. Por fin salíamos para España.
Cuando sales de viaje, sales con toda la ilusión, pero no sé si será mayor la del regreso a casa. Ya lo dice el dicho “Hogar, dulce hogar”. Aunque no estés bien, es tu casa.
Ahora, una vez en casa, piensas cuando será el próximo viaje. Y aquí estaremos para contároslo. Felices viajes a todos.

No hay comentarios: