sábado, 6 de septiembre de 2008

Viaje a Toscana




Os voy a poner un escrito de una periodista de mundovino para que aprecies un poco mas la Toscana. Un saludo, ciao.

VIAJE A LO MEJOR DE LA TOSCANA VINÍCOLA
Montalcino y Montepulciano: 3 días
SVETLANA KOVALYOVA
Montalcino.
¿Agobiado por la abundancia de arte e historia de Florencia? Suba inmediatamente a un coche y conduzca unos 100 kilómetros hacia el sur, hacia el corazón de la Toscana, en Italia, en busca de aire fresco y vinos magníficos. Una pintoresca excursión en coche por las colinas onduladas típicas de la Toscana le llevará a dos valles, el Val d’Orcia y el Val di Chiana, en las cercanías de Siena, para descubrir dos encantadoras ciudades medievales encaramadas en la cima de dos colinas cercanas, Montalcino y Montepulciano. Aquí llevan siglos elaborando vino y, en la actualidad, ambos municipios son respectivamente las cunas de unos afamados –aunque polémicos últimamente– vinos tintos italianos de la máxima calidad, el brunello di Montalcino y el vino nobile di Montepulciano.
La falta de buenas conexiones directas de transporte público con ciudades importantes hace que esta zona se encuentre al margen de los lugares más frecuentados por los turistas. Se pueden recorrer a pie las estrechas callejuelas de ambas localidades rodeados de imponentes palacios e iglesias medievales sin tener que abrirse paso a codazos entre las muchedumbres de turistas que infestan otras ciudades italianas. Viernes Montalcino, 110 kilómetros al sur de Florencia -18.00 horas: empiece su escapada de fin de semana con un paseo a pie cuesta arriba hasta el centro de Montalcino, en la cima de una colina de 564 metros de altitud cuya historia se remonta como mínimo al siglo VII. Montalcino, junto con un puñado de localidades próximas del Val d’Orcia, ha sido incluida recientemente en la Lista de Lugares Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Suba a los muros de la antigua fortaleza para disfrutar de una vista impresionante, de 360 grados, de los valles circundantes. Tome un aperitivo en el Caffè Fiaschetteria Italiana (www.fiaschetteriaitaliana.it), en la plaza mayor, junto al edificio medieval del ayuntamiento, con su imponente campanario. El Caffè se abrió en 1888 y todavía conserva la decoración interior original, de madera y tapicería de felpa, además de ofrecer una larga carta de vinos entre los que figura un brunello de 1995. Quédese a observar el tranquilo ir y venir de los naturales de la ciudad a la caida de la tarde o acérquese a curiosear tiendas pintorescas como La Luna Nuova (), que vende ropa moderna elegante, hecha con tejidos elaborados en la misma presencia del cliente por una mujer de la localidad que los teje en un telar antiguo. –20.30 horas: para celebrar una cena romántica en pleno campo, diríjase a los restaurantes existentes en el Castello Banfi (www.castellobanfi.com), bien al Ristorante, que cuenta con una estrella Michelin, o bien a la Taverna, en un ambiente más informal. Se puede saborear una amplia selección de la cocina local, desde pasta casera acompañada de salsas diversas hasta carrillera de ternera estofada al brunello, todo ello ayudado con el aterciopelado vino de la zona. Hay muy poquita vida nocturna digna de tal nombre en Montalcino, así que, después de una cena tan suntuosa, se puede ceder quizás a la tentación de pasar la noche en las lujosas estancias de la propia hacienda y comenzar el día siguiente con una visita a sus viñedos y a su bodega. Si prefiere pernoctar en la localidad, varios festivales de música le mantendrán entretenido a lo largo del verano. En invierno, sin embargo, Montalcino se sume en el sopor de la hibernación. Sábado –8.00 horas: con independencia del lugar en que se haya optado por pasar la noche, en una finca campestre o en el centro urbano, lo más probable es que lo despierten los cantos de los pájaros con sus gorjeos o el repicar de las campanas de las iglesias. Póngase temprano en marcha para visitar el museo de la ciudad, ubicado en un antiguo convento que alberga una colección bastante importante de obras de pintores de la zona, representativos de la escuela sienesa, de los siglos XIV al XVI. Si es usted un entusiasta de la historia, visite el yacimiento arqueológico de Poggio alla Civitella, a tres kilómetros de la ciudad, para contemplar los restos de un asentamiento etrusco cuyos orígenes se remontan al siglo IV antes de Cristo. Si su corazón se acelera más con la historia del vino, visite el Museo del Brunello (www.museodelbrunello.it) o acérquese a comprobar por sí mismo cómo se elaboran el Brunello y su primo más modesto, el rosso di Montalcino, en cualquiera de las 250 bodegas, más o menos, que hay por Montalcino. La mayor parte de las bodegas ofrecen una visita a sus instalaciones y una degustación de vino, así como también lo hacen algunos restaurantes como Poggio Antico, a las afueras de las murallas de la ciudad (www.poggioantico.com). Montepulciano Un paseo de unos 30 minutos al volante a través de un par de valles le acercará a otra de las joyas de la Toscana, Montepulciano, famosa por sus vinos tintos de mucho cuerpo, el nobile y el rosso. Hay historiadores locales que afirman que los etruscos que vivieron en estos lugares hace más de dos mil años cultivaban ya uvas similares a la sangiovese empleada en la actualidad para elaborar los vinos de la zona. No obstante, la referencia documentada más antigua que se ha encontrado sobre el vino de Montepulciano data del año 789. –17.00 horas: hay que dar una vuelta por las callejas estrechas y empinadas de Montepulciano, que serpentean por la colina, de 600 metros de altitud, para ver que la producción de vino sigue dominando todavía la vida de la localidad. Varios palacios imponentes del Renacimiento albergan bodegas en sus sótanos, como la Cantina Contucci (www.contucci.it), del siglo XIII, sita en la plaza mayor, o la Cantina del Redi (www.cantinadelredi.com), de varios pisos, construida en el siglo XIV. Échese un vistazo a unas barricas de vino que hay en un antiguo convento del siglo XII, con sus grutas subterráneas y una cámara mortuoria etrusca, que en la actualidad es sede de las bodegas Gattavecchi (www.gattavecchi.it). –19.00 horas: es el momento de saborear un nobile o un rosso en el elegante Caffè Poliziano (www.caffepoliziano.it), de estilo Art Nouveau, y disfrutar de unas gloriosas vistas del Val di Chiana desde su terraza. El café se inauguró en1868 y se enorgullece de haber contado entre sus huéspedes con el famoso escritor italiano Luigi Pirandello y con el director cinematográfico Federico Fellini. Si lo que se busca es un ambiente más moderno, hay que hacer una parada en el elegante bar Godimento Di Vino () o en cualquiera de los demás bares y comercios especializados en vino que abundan en las calles de Montepulciano. –20.30 horas: para una cena de alta categoría, acuda al restaurante La Grotta (), a los pies de la colina de Montepulciano, a poca distancia de la espléndida iglesia de San Biagio, del siglo XVI. Si lo que se pretende es experimentar una inmersión total en el ambiente rural de la Toscana, puede pasarse la noche en un predio vitivinícola como San Gallo (www.agriturismosangallo.com). Si la visita se lleva a cabo en julio o agosto, se podrá disfrutar del festival de música que se celebra anualmente y de las actuaciones del teatro popular de Bruscello, con actores aficionados que reviven la antigua tradición de las representaciones callejeras. Durante la temporada de invierno, abre sus puertas el Teatro Poliziano, que se encuentra justo en el centro de la ciudad. Domingo –10.00 horas: empiece el día con una visita a las diversas tiendas de artesanía que fácilmente podrían tomarse como auténticos museos de los productos artesanos de la localidad. Obsérvense los utensilios de cobre y latón que exhibe la Bottega del Rame (www.rameria.com), o los mosaicos que vende Laboratorio Mosaici Artistici (), o los artículos de cuero de la tienda Maledetti Toscani (www.maledettitoscani.com). –12.00 horas: Encamínese a las afueras, más alla de las murallas de la ciudad, para disfrutar del paisaje rural y visitar algunas bodegas de la localidad. Haga un alto en la finca de la cantante y actriz Maria Caterina Dei (www.cantinadei.com), que dejó a un lado su carrera para dedicarse a la producción de vino pero que todavía se sube a los escenarios de vez en cuando. Si desea poner un broche de oro a su viaje al corazón vitivinícola de la Toscana con un curso intensivo de cata de vinos y una visita guiada a unas bodegas de alta tecnología, pásese por la finca Poliziano.
Seguro que no se arrepentiran. Ciao.

Verano gastronomico en Asturias



Buenas tardes de nuevo, cuánto tiempo no?… o me lo ha parecido a mi?
Durante estas vacaciones he tenido el gusto de volver a visitar una de las zonas más bonitas de España.. Asturias.
Como se come en esta tierra, y como se duerme. Los paisajes son maravillosos, verdes, vírgenes (todavía) y con encanto. Vayas donde vayas, encuentras algo que admirar y algo que degustar.
Durante siete días he estado en los Picos de Europa pasando revista a la gastronomía y la bebida, aunque lo primero gana por goleada.
Dspues de un largo viaj, nos adentramos en tierras asturianas por la zona de antabri. Todo es precioso menos las carreteras. No puedes descuidarte a mirar el paisaje ni un momento. Pero en fin, ya tendriamos tiempo. Nada mas llegar al destino (Benias de Onís), dejamos todo en el hotel (un hotel recien estrenado co un nombre singular; Maria Manuela) y fuimos a comer dada la hora. Fuimos a comer a una sidrería (lugar tradicional en estas tierras) llamada Casa Moreno en Benias de Onís, frente al hotel.
Como era de esperar, comimos espectacularmente, no podíamos esperar menos. Fabada para nosotros y macarrones para mi hijo (que raro). Y cabrito para todos. Pan, postre, café y copa, regado con un vino Tilenus de Bodegas Estefanía, vino con un precioso color rojo oscuro con reflejos ocre. En nariz tiene una gran finura, propia de la crianza, presenta aromas de frutas rojas maduras y aromas finos de la madera francesa y especias. En boca presenta una amplia untuosidad y un tanino marcado.
Por la tarde, nos fuimos a la zona de Cangas de Onís, el puerto el Fitu, etc y terminamos cenando en la sidrería El Pareon en Cangas de Onís, fue una cena tranquila de tapas. Rabas, boquerones y algún revuelto, con unas cervezas, lo mejor, el lugar.
Al día siguiente, fuimos a Potes, a una de las estribaciones de los Picos, lugar que no se puede dejar de visitar si vas a la zona. De camino, pasamos por Fuente De, con su majestuoso Parador, y sus impresionantes desfiladeros sobre el rio Deva. El viaje parece de otra epoca, no parece que por alli haya pasdo el tiempo. Dimos una vuelta por el pueblo antes de ir a tomar algo y comer. Hizo un dia maravilloso, la otra vez que estuve, en lamisma fecha, hizo un fio del demonio. Comimos en el restaurante Comedor del Capitán en plena plaza, con sus vistas sobre el pueblo y el rio. Al decidir la comida, para que andar con medias noches.. nos pedidos el cocido de Liebana, en verano, sin remilgos. Regado con un vino de la zona, el Picos Roble, vino tinto, elaborado con uva mencía procedente de los viñedos mas viejos y reposado 5 meses en barrica. Esta elaborado por Picos de Cabariezo, una pequeña bodega de la zona.
Y a la vuelta, otra vez el paisaje, la naturaleza por excelencia. Eso si, curvas y mas curvas, ideal para losque se marean en el coche. Por la noche, nos fuimos a Arriondas a cenar, el pueblo de la bajada del Sella. Cenamos en El Corral del Indiano, es uno de los máximos exponentes de la innovadora cocina asturiana. Ensalada de ostra, matices herbáceos y cítricos con jugo de rúcula y el pescado del día en su jugo. El vino fue una novedad, un vino IGP Tierra de Cangas, el Chacon Buelta tinto. El vino de Cangas es un vino ligero, con ciertos toques a madera, cuya graduación ronda los 11,5 grados. De todas las variedades de uva que componen la IGP del vino de la tierra de Cangas, hay dos que sobresalen por encima del resto, son el albarín negrín y el albarin blanco.
Al otro día, decidimos ir a Llanes, puerto marinero de gran belleza. Recorrimos sus calles, nos “tiramos” unas sidrinas en sus callejas y nos desplazamos a Puertas de Vidiago, una pequeña aldea perteneciente al mismo Llanes.
Una vez allí, arriesgando la vida para cruzar la carretera (también les vale poner los restaurantes en zonas tan poco transitables) nos dirigimos a Casa Poli. Descubrimos esos lugares que solo puedes ir recomendado porque si no, no lo encuentras. Una bonita casa antigua asturiana con patio, corredor y varios salones donde se come estupendamente, a bajo coste pero sin elegancia. El servicio fue muy atento y diligente y la comida, simplemente estupenda. De primero unas tablas de queso de la zona (Vidiago, Gamoneu, Cabrales, Cabra,Laperal, etc.) y a continuación, pescado típico y bonito con tomate, todo ello con un Carmelo Rodero 05, en su línea. Después fuimos a ver el Museo del Jurasico, un museo muy curioso y bonito.
Por la tarde, decidimos ir a una cosa muy curiosa. La Ruta de Pepin. Consiste en una vuelta por el pueblo de Sirvielles con una persona a la que se la conoce por “Pepin” que te enseña las costumbres, la vegetación, los animales y la gastronomía de los Picos de Europa. Bebimos sidra elaborada por él, vimos animales autóctonos y comimos productos típicos del lugar. Cuando menos, curioso.
Al otro día, nos dirigimos a LLuces, cerca de Lastres, lugar paradisiaco de la costa asturiana. Después de dar una vuelta por el pueblo y la playa, nos dirigimos a Lluces, pueblecito cercano, donde han abierto un hotel de categoría especial, así como el restaurante que está enfrente, El Espacio, restaurante de nivel en el que, entre otros, van personajes conocidos como Botín cando est descansando por a zona. El lugar es una casona coqueta con una amplia sala sin ostentaciones pero muy bien arreglada. Comimos almejas a la marinera de primera calidad, pulpo en salsa, garbanzos con langosta, cocochas de merluza y bacalao. Todo exquisito y con un servicio impecable. Toda la comida la regamos con un Chardonnay Chablis de Louis Latour. Todo, sencillamente, buenísimo.
Esa noche se nos ocurrió una buena idea. El día de la ruta de Pepin, habíamos visto una Panera convetida en una sidrería. ensamos que estaria bien proba y, dicho y hecho. Nos fuimos para allá sin pensarlo mucho, para cenar típicamente. La noche se presentaba con riesgo de tormenta, pero, aun así nos aventuramos. Durante la cena, efectivamente, cayó agua como si no hubiera llovido nunca. Que pedazo de tormenta¡. Realmente impresionaba. Además, aunque parezca mentira, hacia frio. Tuvieron que encender la estufa de gas. La comida, interesante, sopa de gallina, croquetas de cabrales, embutidos del lugar (impresionante la Cecina y el chorizo de jabali) y carne de la zona. Todo ello con la famosa sidra, pensamos que del mencionado Pepin. También tuvo su encanto.
Cada uno de los días nos dábamos una vuelta para volver a visitar bonitos parajes y recordar la otra visita que hemos hecho cuando mi hijo era pequeño. Como siempre, todos los lugares encantadores. De la costa como Ribadellesa, Llanes, Lastres, Luces, Colombres, Gijón etc. y de interior como, Onís, Cangas, Covadonga, Arriondas, Navas, Cabrales, Oviedo, etc., así como puertos como Potes, Gamoneu, El Fitu, pasando por ríos como Sella, Deva, Cares, Ponga, etc. Todo un recorrido de centro a este de Asturias.
Al día siguiente fuimos a visitar Gijón, ciudad con mucho encanto y capital de la costa asturiana. Después de recorrer sus callejas, su puerto y la zona de playa (San Lorenzo), nos fuimos a comer con unos amigos de la ciudad. Nos llevaron a las afueras, a un pueblo pequeño donde tienen su segunda residencia la gente “guapa” de Gijón. Allí está la famosa sidrería Casa Koty, es para ir, no se puede explicar. Comimos Lapas, ensalada, fabada, chuletón y cachopo (especie de filetón relleno de jamón y queso, rebozado y frito). Toda esa comida es en cantidad de matar a un elefante. El vino fue de la casa, nada especial. Esto no lo hagáis a no ser que os lo recomiende el médico.
Por la tarde, nos fuimos a Covadonga a visitar la Santina. Estuvimos viendo la cueva, la basílica y los alrededores. Es todo impresionante. La verdad es que, a pesar de haberlo visto antes, te vuelve a sorprender.
Esa noche, cenamos en un pueblo cercano al hotel, Arenas de Cabrales, que es la “capital” de ese conocido queso. Por lo tanto que mejor que comenzar con una tabla de queso variado y algo “típico”, una hamburguesa de la tierra, algo diferente al Burger King. Bebimos cerveza. espues fuimos a Benias y staban en fiestas. Tomamos algo y bailamos un rato para rebajar la cena un poco.
El otro día decidimos dar una vuelta a Oviedo para conocerlo. Es totalmente distinto a Gijón, no me extraña que se lleven tan mal. Creoque Oviedoes la señorita y Gijón la "paisana" como dicen ellos. Aunque las dos tiene su encato. Después de pasear por el centro y descubrir sus encantos (muchos por cierto, que limpio ¡), nos adentramos a el casco viejo a comer. Al final nos decidimos por la Sidrería La Marina donde se portaron de lujo, como en casa. Comimos fabes y filetes, algo normal aquí, pero todo bueno y sobre todo… un clásico…barato. El vino fue un Matarromera 04, la carta no era muy estensa.
Esa noche, cenamos en el hotel y nos dimos una vuelta tranquilamente para tomar una copa.
Al día siguiente, fuimos a un restaurante que nos recomendaron. Si no llevas GPS, es casi imposible llegar hasta allí. El restaurante en si se llama El Molin de Mingo en Peruyes de Cangas de Onís. Es un antiguo molino que hace ya tiempo convirtieron en restaurante. Ahora lo han reformado y es un lugar coqueto aunque perdido en el medio de los Picos de Europa. Al salir de Arriondas con dieccion a Ribadeella, tienes que girar a la derecha a unos 6 Ks y empezar a subir. Pero no aaba nunca, pasas cruces y rios y sigues subiendo. Cuando ya casi has perdido la esperanza, aarece el viejo molino, donde ya no hay ni carretera. La comida es típica de la Asturias de los Picos. La carta es corta (quizás en exceso) pero de muy buena calidad. Comimos, de primero croquetas de compango y fabada y de segundo, cabritu y arroz con Pitu (pollo de corral). Para beber, un Martue 06 de Castilla la Mancha. Un vino elaborado con un 54 % cabernet sauvignon, 26% tempranillo, 14% syrah y 6% merlot. El vino tiene un color rojo cereza. Tiene aroma de buena intensidad, con notas frutales y de hierba, que dan frescor. Todo bien, pero lo mejor, el sitio, paradisiaco. El día acompaño, ese dia que una vez comido, te echarias una siesta en pleno campo, y eso en Asturias es un lujo.
Para finalizar la ruta gastronómica, nos tocaba noche de parrilla. La Huerta en Benias de Onís era el lugar elegido, y.... nos equivocamos. No tenía nada que ver con una parrilla. Eso nos pasa por querer innovar en una zona donde eso no es lo típico. Las costillas, casi incomestibles y una ensalada corriente y lo único decente el chorizo criollo. Para beber cerveza, nada especial. Con no volver, todo arreglado.
El domingo acababa nuestro periplo por Asturias. Decidimos salir pronto por los famosos atascos. Salimos en dirección a Madrid, la idea era, si es posible, comer en Madrid. Al final lo, despues de un largo viaje, lo conseguimos.
Nos fuimos por Nava (museo de la sidra), hasta la nueva autovía de las minas (por Langreo) para salir a Mieres. De ahí, los Picos de Europa en su vertiente occidental, por el Negron a León, Benavente, Tordesillas, etc, hasta Madrid. Se había terminado la ruta gastronómica, que pena. Pero nuestra línea, también lo agradecerá. Hasta siempre, bella tierra asturiana, Puxas Asturies¡. Ciao.