viernes, 1 de junio de 2012

Ha muerto un mito del Barolo


Buenos días, acabo de recibir una mala noticia de parte de mi amigo Juancho Asenso: Aldo Conterno ha muerto. Parece que fue ayer la primera vez que me aventure a viajar a una tierra lejana que apenas conocía por la historia y por su mítico vino, el Barolo, Piamonte.
Cogí mi coche y me dispuse a recorrer los casi 1500 kms que separan a Madrid de Monforte d'Alba, en Cuneo. 
Cuando llegue allí percibí la magia que rodea a ese mítico vino, colinas casi tiradas por delineantes, paz, clima y un cariño especial que tiene esta gente por sus viñas.

Cuando hablas con ellos, no te hablan de primas de riesgo ni de valores bursátiles, si siquiera de cuanto costara la próxima cosecha, te hablan de viña. 

Me vienen a la mente algunas palabras que he escuchado de gente de esta tierra; Ferdinando Principiano, Giacomo Conterno, Giovanni Almondo, Gianluca Grasso, todos ellos se consideran hombres de viña.
Parece que fue ayer cuando probaba en la barrica nueva un hijo que estaba creando Gianluca Grasso; Barolo Runcot. Era la primera vez que lo iba a sacar con barrica francesa y un año mas de envejecimiento. Los ojos le brillaban como a cualquiera de nosotros el día que en el hospital nacía uno de nuestros hijos, sobre todo el primero. Te transmitía esa emoción.

Estando una tarde frente a la Cantina de Aldo Conterno, charlando con Ferdinando Principiano, en su Cantina, al darse cuenta que yo miraba las escasas dimensiones de esta, el me dijo: "prefiero invertir mi dinero en la viña" y eso me sorprendió entonces pero con el tiempo lo entendí.

También me viene a mi mente una tarde en la Cantina de Aldo Conterno con su hijo Giacomo en una pequeña cata informal de vinos.  Empezó a sacar botellas de toda su gama sin importarle que alguno de ellos ronda los 100 € de costo (Igualito que aquí). Entonces nos dijo que el vino esta para que la gente lo saboree, lo aprecie y lo difunda, grandes palabras en el hijo de este gran hombre que nos ha dejado. 

Todo el Piamonte llorara hoy su muerte porque ademas de lo que he dicho, me di cuenta en esta tierra los productores de vino no son competidores, solo son compañeros de fatiga que elaboran este néctar con diferentes etiquetas.
Aldo Conterno, descanse en paz un mito de la Bussia Soprana! Y al Piamonte mis condolencias.

Aquí os añado el articulo de mi amigo Juancho que ha escrito en honor de Aldo Conterno.


EN LA MUERTE DE ALDO CONTERNO
Se nos va la historia del barolo
JUANCHO ASENJO 
Se nos ha marchado a los 81 años Aldo Conterno, uno de los prohombres del Barolo y de los grandes vinos del Piamonte italiano, fallecido en Monforte d'Alba el 30 de mayo. El tiempo golpea de forma inexorable las Langas, donde la generación de la posguerra que ha escrito la gran historia de esta región, hoy legendaria pero antes de ellos mal conocida, se está marchando sin hacer ruido. Son estrellas en el firmamento que se van apagando: ahora le ha tocado el turno a Aldo como hace pocos años a su hermano Giovanni, a Bartolo Mascarello o a Alfredo Currado (Vietti). Formaron un grupo que ha capitaneado la revolución que ha alzado al barolo a un puesto de privilegio entre los vinos con mayor definición de terruño del mundo.
Aldo pertenecía a la tercera generación de una familia que ha contribuido de forma fundamental a la historia del barolo. Fue su abuelo, Giacomo, el primero en embotellarlo a comienzos de los años 20.

A principios de los años 50 hizo el petate y, mandado por su padre, marchó a California con su tío en busca de gloria para crear su propia bodega. Incluso combatió con el ejército norteamericano en la guerra de Corea.

En el año 1961 regresó a Italia después de esa larga estancia en Estados Unidos (le apodaron "el americano") y, junto a su hermano Giovanni, trabajó la tierra familiar. A finales de los 60 divide con Giovanni las posesiones familiares y funda Poderi Aldo Conterno junto a su inseparable Gemma. Su hermano se queda con la vieja bodega de Monforte en el centro del pueblo y con el nombre mítico del Monfortino mientras Aldo con la Cascina de Monforte y algunas viñas de la zona. Aldo comienza a añadir viñas en su amada Bussia Soprana hasta alcanzar las 25 hectáreas actuales de la propiedad. Como reconocía, fueron años durísimos de esfuerzo y de deudas con los bancos.

Hace dos semanas estuve en su casa con su hijo Giacomo en una visita que repito cada año desde hace casi dos décadas. Aldo estaba enfermo desde hace algunos años y en los meses pasados fue ingresado primero en un hospital de Turín y después de Cuneo. Tuve la fortuna de conocerle allá por el año 94 y era un apasionado de España: siempre recordaba un inolvidable viaje con amigos por nuestras costas.

Su sentido del humor, su afabilidad, su bonhomía le hicieron un referente para las nuevas generaciones. Me contaba Elio Grasso cuando le comenté hace un par de semanas la gravedad de Aldo, que este había sido su modelo a seguir. Era la persona con la que mas congenió y que mas le ayudó a comprender la tierra y a dar sus primeros pasos en las viñas donde se le encontraba cada día. Sus consejos eran de amigo, nunca los publicitaba pero ayudaba a todo aquel que lo necesitaba.

La vida de Aldo ha sido intensa, rica en experiencias y poco rutinaria: fue un pionero, un piamontés diferente. Mostraba al mismo tiempo el carácter tradicional piamontés del 'contadino' (campesino) que trabaja la tierra, pero con un sentido universal Era un hombre de mundo que había viajado, un hecho que le permitía gozar de una mente abierta.

Fue un revolucionario, un productor de enorme éxito y prestigio, desde su atalaya de la Bussia Soprana de Monforte de Alba. Cuando se enfila el cruce desde Alba, se gira hacia Castiglione Falletto en una carretera que serpentea y te permite ver la casa-bodega de la familia Conterno, que está a mitad de camino entre un fortín militar y un château bordelés, desde donde se contemplan sus imponentes viñedos de Colonnello, Romirasco y Cicala.

Buscó un nuevo estilo, pero siempre con el respeto a sus raíces como ligazón con su tierra de la Bussia de Monforte. Se mantuvo en el bando de los tradicionalistas pero sin intolerancia alguna. Su gran joya fue el Granbussia (70% Romirasco y 30% Cicala), cuyo imponente 2005 acaba de salir al mercado. Era su versión del Monfortino que durante años elaboró con su hermano. Sin dejar de lado el elegante Colonnello, el musculoso Cicala y el imperial Romirasco.

Son muchos los recuerdos y las anécdotas que se me agolpan. Las charlas siempre amenas, los ratos de bromas y risas con su hijo Giacomo de testigo y fantástico anfitrión. Una vez le pregunté sobre las causas de las interminables fermentaciones y me responde: "Yuanco o Yuancio (mi nombre es casi impronunciable en italiano), las fermentaciones tan largas eran debidas a que la viticultura no era un monocultivo, además de la viña teníamos que trabajar el grano, los animales, etcétera. En otoño nos olvidábamos del vino para terminar de sembrar y hasta el invierno no volvíamos a la bodega".

En otra ocasión me contaba que el barolo cambió a partir de los años 60 cuando comenzaron a entender los vinos gracias a los viajes al extranjero y probar las elaboraciones de otros productores. Hasta entonces, los grandes vinos surgían más de las bondades de las añadas que del trabajo en las bodegas porque se mantenían en los viejos toneles hasta seis o siete años, con la consiguiente oxidación. Pero es que el vino mas prestigioso de la época era el marsala, un generoso, y cuando se encontraban en un barolo recuerdos de marsala era motivo de satisfacción.

Recuerdo una vez, hace ya casi una década, que estaba probando vinos en su casa y me invitó a ir con él a casa de Bartolo Mascarello, donde se iban a juntar con su hermano Giovanni y Beppe Rinaldi. Compartimos algunas viejas añadas mientras Aldo ponía siempre el toque de humor y Giovanni mantenía ese gesto adusto sin un atisbo de movimiento de cualquier músculo facial: dos hermanos, dos mundos. O la última vertical, que le solicité para un grupo de colegas y a la que él accedió gustoso, de Granbussia desde el 71 en adelante, mientras nos traía un Cicala del 76 para que comprobáramos las diferencias. Cuando me veía me regalaba una botella de un vino semiclandestino que era el Barolo Chinato de consumo casero que llamaba 'Innominato', porque no tenía más etiqueta que una pequeña pegatina escrita a mano.

La sucesión está asegurada con sus tres hijos Stefano, Franco y Giacomo, que han aprendido bien tanto el oficio como la actitud ante la vida de su padre y colaboran en la empresa familiar desde comienzos de los 90. En estos últimos años han tomado un camino que les ha llevado a reducir hasta un tercio la producción, bajar los rendimientos a niveles de Roberto Voerzio sin traicionar la herencia de tantos años ni abandonar el estilo tradicional de la casa, pero sin renunciar al hoy.

Querido Aldo, estas líneas nunca las hubiera deseado escribir, pero tu recuerdo siempre estará presente en las personas que tuvimos la fortuna de conocerte y de compartir contigo momentos espléndidos. La próxima vendimia sin ti ya no será igual.