domingo, 15 de marzo de 2009

Cata en Laredo, la cream de la cream (Dedicado)


El pasado lunes día 2 de Marzo, celebramos en Taberna Laredo una cata, sencillamente, espectacular. Allí se dieron cita la cream de la cream de la sumillería de Madrid. Entre otros, estaban los segundos del premio por parejas Vila Viniteca, Miguel de Laredo y Mario de La Piñera. También asistieron Luis de Aldaba, José Luis de Entrevinos, la sumiller de Urretxu, David de Arola Gastro, David de San Celoni, etc. Fue una tarde bastante productiva, treinta y tantas personas y dieciocho vinos en poco más de dos horas.

El maestro Juancho, lidio con morlacos desde el norte al sur de Italia. Desde chiavennascas hasta aglianicos y desde garganegas hasta verdicchios, pasando por nebbiolos, sangioveses o primitivos, todas las uvas para todos los vinos.

Después de una breve introducción, Juancho comenzó la lidia con un Franciacorta Brut Cuveè de Cà del Bosco, quizás el vino mas “moderno” de la cantina. Despues de explicar la diferencia que hay entre los champagne y los spumanti (Estos ultimos no llevan licor de expedición y el terroir es diferente), catamos el vino. Creo que han conseguido un vino realmente armónico y persistente en boca, donde, las levaduras han sido perfectamente integradas en el sabor de este buen spumante. Una delicia.

Continuamos con un Kerner 07 de Abazzia di Novacella, una delicia en boca. Es como dar un paseo con Heidi en busca del abuelo. La uva kerner es un injerto entre la schiava gentile o trollinger y la riesling, un vino con notas aromaticas muy agradables. Este vino al segundo año comienza a dar toda su grandeza.

A continuación, el Greco di Tufo 07 de Feudi di San Gregorio, un vino volcánico donde los haya. Mineral, graso, largo y persistente. Para mi uno de los grandes vinos de Feudi. Creo que sorprendió su “lungueza” a pesar de no tener madera.

Seguimos con un Soave Calvarino 06 (En esta ocasión en Magnum) del famoso productor del Veneto; Pieropan. El vigneto Calvarino, junto con su otro viñedo, la Rocca, un ejemplo de cómo elaborar un vino blanco. Sencillamente magnifico. Sus frutas blancas maduras, su retrogusto ligeramente amargo, su persistencia, hacen de estos vinos una delicia al paladar.

Terminábamos los blancos con otro gran exponente de la maestría que tienen los italianos con los estos vinos; el Verdicchio Casal di Serra Riserva Plenio 05, dejado madurar en viña y fermentado con sus propias lías, es un vino elaborado con las uvas seleccionadas de verdicchio de Umani Ronchi, permanece 12 meses en barrica de roble solo el 30% de la masa, el 70% restante lo hace en acero inoxidable. Sencillamente, otra joya. Plátano maduro, piña y miel se entremezclan en los sabores de este vino.

Ya comenzábamos con los tintos, llevábamos 5 vinos y todavía nos quedaban nada más que 13, pero no hay mal fario en ese número.
A esa hora, Juancho seguía explicando cosas sobre el terreno, el clima, las viñas, las bodegas y a cada pregunta de los sumilleres, se les despertaba algo más de curiosidad. Que siempre era contestado.

El primer tinto, en argot taurino, sería un negro bragao. Era un vino de la Valtellina (Lombardía), el Sassella Le Tense, un vino elaborado en una zona de terrazas, con un poco de sobre maduración en viña y muchas notas de fruta madura. Se elabora con la misma uva del Barolo, aunque aquí se llama chiavennasca. Tiene un poco mas de color que su hermano debido a la fijación del color en la barrica francesa. Creo, sinceramente, que es un gran vino y que esta gustando en España.

A esta hora, nos decidimos a compararlo con otros dos nebbiolos; el Barbaresco de Produttori y el Barolo Bussia de Aldo Conterno.
Creo que no hace falta decir que fueron dos de los favoritos de la tarde. A pesar de lo difícil de los nebbiolos, creo que en este caso, dado el nivel de cata, estaba justificado el éxito.

Cambiando de vino y de región, nos fuimos a Toscana con otros tres grandes vinos; el Rosso de Montalcino, el hermano pequeño del famoso Brunello. Un vino un poco menos complejo dado que esta menos tiempo envejeciendo y además no lleva tonel grande, sino barrica con lo que se asemeja más a los vinos que conocemos. De todas formas creo que es un vino de gran relación calidad-precio.

Le Serre Nuove dell’Ornellaia, el siguiente, también es un hermano menor, pero no desmerece nada al mayor, el famoso Ornellaia. Variedades francesas para un súper toscano de la Maremma, esa tierra ganada al mar y que un visionario, hace muchos años ya, utilizo para hacer grandes vinos. Es un bordelés de la zona de Toscana.

Y por último, en la Toscana, catamos el famoso Vino Nobile de Fattoria del Cerro, pero en su pago “Antica Chiusina”. Un vino que tiene sus adeptos (Entre los que me incluyo). Es un vino mas corposo al llevar colorino en un 10% y sus 12 meses en barrica francesa. Largo, profundo como la noche, un vino, incluso, para meditación.

Cambiando de tercio, como los buenos taurinos, nos dirigimos al norte, a la Valpolicella, zona de grandes colinas y valles húmedos. Villas del Cinquecento se entrelazan con pequeñas casas lugareñas y entre todas ellas un denominador común; las viñas. No es por nada que esta sea la región que mas vino produce y la tercera en calidad. De aquí probamos un vino relativamente nuevo; el Ripasso della Valpolicella, un vino tipo Valpolicella que hace su fermentación con los hollejos del Amarone. Antes era llamado Valpolicella Superiore. No es tan profundo como el Amarone, pero tiene esas notas en boca del dulzor de la uva pasa. Como digo yo, es el Amarone de los pobres.

Yendo de nuevo hacia el sur, por las carreteras escarpadas de la Toscana, nos dirigimos a una de las tierras que darán que hablar más de aquí a unos años; el Abruzzo, bosques altos como el cielo y carreteras en forma de S, una tierra de viejas viñas y jóvenes enólogos. Probábamos uno de los vinos que ha experimentado un lanzamiento brutal de cara a la prensa especializada; el Montepulciano d’Abruzzo Valle Reale de la cantina homónima. Un vino que hace tan solo 5 años no conocía casi nadie y que este último año ha obtenido los tre bicchieri, la máxima nota que otorga a sus vinos la prestigiosa guía italiana Gambero Rosso.
Es un vino cálido, pero con la acidez justa dado su gran variación térmica día-noche, con notas de frutas presentes en boca a pesar de sus doce meses en barrica francesa. Persistente y con recuerdos nítidos de la fruta madura. La acidez de la uva también le da frescura.

Un poco a la derecha del mapa, como si quisiéramos cambiar el capote de mano, encontramos otro vino singular vino, hasta su nombre; Primitivo Triusco de Rivera (Puglia), es antiguo y de origen ancestral, Triusco, Etrusco, casi nada. Pero en boca es todo lo contrario, la uva primitivo da unas notas de frutas excepcionales, rojas, jóvenes, vigorosas. Cereza, mora, guinda que se transforman en el retrogusto en ciruela seca, chocolate y guindas en almíbar. Un vino muy atractivo, como su tierra.

Después hicimos un internamiento por la región más dura de Italia, Basilicata. Tierra volcánica, agreste y dura donde las haya. Sus vinos, elaborados con una uva difícil, el aglianico. En esta zona llamado del vulture, son minerales, volcánicos y con frescura aromática.
Probamos dos; Il Repertorio y La Firma. La diferencia principal entre ellos es la cosecha. Uno se cosecha en la segunda mitad de octubre (Il Repertorio) y el otro en la segunda mitad de noviembre (La Firma). Los dos pasan 12 meses en barricas de roble francés metidas en cuevas volcánicas que les dan todavía mas mineralizad si cabe. Para mi gusto, y creo que la mayoría de los asistentes, son los vinos que mas me han sorprendido últimamente.

Ya para terminar (Estábamos un poco cansados) había que entrar a matar. Asi que cogimos la espada de verdad, nos templamos y….. nos deleitamos el paladar con dos dulces que nos relajaron la boca.
En primer lugar tomamos un Moscato d’Asti, pero no uno cualquiera, el Vigna Senza Nome de Braida. Sin duda alguna, uno de los mejores. Pura uva moscato en boca pero con una elegancia que caracteriza a todos los vinos de esta cantina. Son tan vivaces como la hija del antiguo dueño, Raffaella Bologna, un encanto lleno de vitalidad.

Terminábamos la cata, ya se murmuraba la petición de orejas en la grada, con un vino dulce del Veneto, un Recioto di Soave Le Colombare, de Pieropan. Un vino muy exótico. Las notas de frutos exóticos y albaricoque nos llenan la boca. Un verdadero vino de meditación elaborado con garganega apasitada para terminar cualquier comida.
Efectivamente salimos a hombros como se presuponía, especialmente nuestro amigo Juancho al que nunca agradeceré bastante el amor que me transmitió por los vinos italianos. Todo un placer.

Una vez terminada la cata, se obsequió a los asistentes con un ágape. Varios productos italianos de embutidos y quesos, torta de gorgonzola, queso de trufa, formaggio di fossa, copa, mortadela y algunos grisini, pan de lingua del forno, etc. Y sobre todo, una cosa que no puede faltar para mí después de una cata tan larga; una cerveza fresquita.

Sin más, solo daros las gracias a todos los asistentes y por supuesto a los lectores, hasta la próxima cata a todos.