sábado, 10 de mayo de 2008

Donde el vino es leyenda (Mauro Remondino)

Valtellina: renace un mítico viñedo italiano de alta montaña

El duro trabajo de los viticultores se descubre con sólo mirar a las montañas sembradas de bancales donde viñedos improbables han escrito la historia enológica de estos lugares. Precisamente la historia de esta tierra, la Valtellina, en plenos Alpes italianos, se está tomando la
revancha y ahora, tras épocas de sufrimiento, está saliendo de nuevo el sol.
Ahora, producir sforzato, grumello, sassella o inferno es motivo de orgullo. La leyenda de este vino, nebbiolo en un 95% (aquí se llama chiavenasca, que en dialecto quiere decir 'uva de vino'), este caldo con sus 110 días de reposo antes de meterlo en toneles está a punto de cambiar de rumbo. Va a dejar de ser para las mesas de la vecina Suiza, para ser objetivo estratégico de los que en Italia están luchando por la calidad vitivinícola, y con proyección en los mercados
internacionales.
¿Un ejemplo? Estos días, Carlo Alberto Panont, director del consorcio Valtellina, se encuentra en Londres. Su misión es sencilla en su naturaleza –dar a conocer al sultán de Brunei la opulencia del vino de Sforzato– pero complicada en su esencia: convencer a los ingleses de colocar este vino en sus mesas. "En Park Lane han entendido que el barolo cuesta muy caro y nosotros no nos los hemos hecho decir dos veces", explica Panont.
Desde Chiuro a Teglio pasando por Tirano, las pequeñas bodegas parecen santuarios, donde el perfume de las flores silvestres se mezcla con la laboriosidad de los viticultores. Los líderes no faltan. Uno histórico, la finca de los condes Sertoli Salis, con su noble palacio, que cuenta con un gran pórtico de entrada, el salón del meridiano y el salón del trono. La viticultura se remonta al 1665, cuando el noble Giovanni Salis Von Zizers, gobernador de Valtellina, suministraba vino a importantes familias suizas. Hoy, el conde Cesare embotella un extraordinario Sforzato Canua 98 y mantiene alto el estandarte de la familia.
La mágica bodega de Nino Negri en Chiuro, donde se paladea uno de los mejores sforzatos de la zona. El enólogo, Casimiro Maule, se ha afincado en estas tierras desde hace cerca de 30 años. Aceptando los bancales de esta zona, donde "durante demasiado tiempo no hubo dignidad en el trabajo", ahora se confía.
De terrenos pobres, llenos de piedras y donde el agua se filtra casi al instante, nacieron caldos excelentes. Por ejemplo, de los viñedos Grumello Sasso Rosso, entre Sondrio y Montagna, cerca de las ruinas del castillo que están reconstruyendo. O del viñedo Francia, en los límites de Teglio, apenas seis hectáreas que producen 20.000 botellas. Caldos que llevaron a la bodega Negri, con sus 36 hectáreas, a una posición de prestigio con su Sforzato 5 Stella. O el tinto, potente, Inferno Mazer, producido en un viñedo llamado 'I due gironi' ('Las dos vueltas'). El presidente del
consorcio esta exultante. Está a punto de llegar la segunda denominación de origen. Tras el Valtellina Superiore, el Valtellina Sforzato. El primer caso en la misma zona de producción para 850 hectáreas.
Con 'bresaola' y queso viejo
Aquí, donde las botellas producidas rondan en total los tres millones con un valor de 14 millones de euros, están surgiendo otros productores. Como el innovador Domenico Triacca en Villa di Tirano, el dinámico Peppino Rainoldi di Chiuro y su Fruttaio Ca Rizzieri o los hermanos Bettini. En la mesa, la 'bresaola' (cecina), 'bitto', que es un queso de hasta diez años de curación y queso 'violino' de cabra, de Valchiavenna, que convierten la cata de estos vinos en un placer.
Cantinas;
Nacida por el impulso de un benefactor, la Fojanini (Sondrio) es una institución en el mundo del vino de Valtellina. Es escuela, centro de investigación y experimentación e, incluso, hacienda vitivinícola que se llama La Castellina. Se trata de la mayor hacienda vitivinícola de Sassella que dispone de 9 hectáreas, una latifundio teniendo en cuenta las dimensiones de la zona, cultivadas con la ayuda de teleféricos, que permiten superar los precipicios rocosos.
El sassella della Fojanini es un vino clásico que está caminando hacia la modernidad, gracias a los cuidados del nuevo director de la fundación, Fabio Ravá. Muy interesante también el sforzato, conseguido con uvas pasificadas sobre cañizos.
Ar.Pe.Pe es el acrónimo que identifica a Arturo Pellizzati Paredo (Sondrio), un pequeño productor totalmente tradicional que se distingue por sus sassellas largamente envejecidos, del
viñedo Rocce Rosse, de color abierto y taninos suaves.
Tan tradicional como el anterior es Gerardo Leusciatti (Sondrio) que embotella un sassella con mucha tradición en su elaboración.
Mucho más innovador el Sassella Riserva di Rainoldi (Chiuro) , con cuerpo, intenso y con una óptima aportación del roble. Y sobre todo lo es de Mamete Prevostini (Mese) un vino moderno, suave y con insólito perfume de menta.

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