miércoles, 17 de junio de 2009

Viaje Gastronomico al corazon de la Campania 1 (Napoli y Vico)


En primer lugar, pediros perdon por la tardanza en escribir, pero he estado dando vueltas por diferentes sitios, entre otros por el que os voy a relatar. Fue un viaje maravilloso por la Campania y Roma que os ire contando por partes. Espero que os guste. Ciao.


Como todos los caminos, ya lo dice el refrán; llevan a Roma y nosotros no íbamos a ser menos, así que nuestro viaje comenzaba en el aeropuerto de Fiumiccino. Sobre las dos y media del mediodía llegábamos Juancho, Fernando (Rte Zaranda de Madrid) y yo al aeropuerto de Roma. Allí nos estarían esperando Nicoletta y Elisa para llevarnos a Marina d’Equa pero llegaban tarde, que raro¡¡.

Después de hablar con ellas, estaba confirmado, nos daba tiempo a comer en el aeropuerto unas focaccias rápidas.

Una vez que llegaron, cargamos las maletas y, en el camino, decidimos hacer algún cambio. Quería conocer Napoli!! Imaginar que pecado hubiera sido pasar por la carretera y no ir allí.
Llegamos a Napoli en una hora y media, aproximadamente, y nuestro Cicerone privado (Juancho Asenjo) nos dio una vuelta primero por el Napoli alto, incluido el campo de futbol del ex equipo de Maradona (curioso lugar). A continuación fuimos al centro histórico, al barrio español. Qué bonito y que curioso. Quien me iba a decir a mí que acabaría paseando por la calle Toledo, bueno aquí, la Vía Toledo. Dos mil quinientos años de historia nos contemplaban.

Lo primero que hicimos fue comprarnos unos “Baba al Rhun”, unas straciattella y unos cannuoli siciliani en la entrada de la galería Umberto I. Después recorrimos la citada galería, preciosa pero en obras eternas, que por cierto no gustaron mucho a Nicoletta. Al atravesar la galería llegamos al teatro San Carlo, también muy bonito, junto a la maravillosa Piazza del Plebiscito, para mí un intento de copiar la famosa Piazza de San Pietro del Vaticano.

Este debe de ser el corazón del Napoli que vive, juega (al futbol seguro), se divierte, ríe y llora.
Junto a esta plaza está el famoso café Gambrinus (Nada que ver con el español) donde se toma la mejor cerveza de Napoli. Su terraza que da al teatro San Carlo y la Piazza del Plebiscito, tiene un glamur impresionante. También se dice que dan un buen café y sobre todo, el servicio.
Muy atenta al cambio de los tiempos, la pizzería Brandy (Donde se invento la pizza Margherita en honor de la reina) ha cambiado su imagen y ha crecido (tiene un nuevo salón enfrente del antiguo), pero sigue haciendo una de las mejores pizzas (hablamos de la masa) de la ciudad, a pesar de que podía mejorar el queso.

Después de este breve, aunque intenso, recorrido por el corazón de Napoli, nos comimos las viandas en “la macchina” y nos dirigimos a los barrios portuarios y bajos de la ciudad.
Lo que no sabíamos es que nos quedaba una cosa típica de hacer en esta ciudad; darnos un golpe con el coche!! Y lo hicimos.

Cuando íbamos bajando por la ciudad, dirigidos por Juancho, a Elisa no se ocurrió otra cosa que “subirse” literalmente en el coche de delante. No le dio un golpe, no, le dio tres o cuatro seguidos hasta que se “desengancho”.

El Napoletano, acostumbrado seguramente a estas lides, lentamente (También contribuyo Elisa) se dispuso a rellenar el parte de conciliación. Seguramente que le hubiera gustado más arreglarlo “a la Napoletana”, pero eramos demasiados en el coche. Ya íbamos tarde.

Una vez en marcha, recorrimos todo el puerto, el barrio de calles estrechas, ese que parece que los vecinos quisieran abrazarse unos a otros al despertarse. Que calles más estrechas! Son esos barrios donde están, seguramente, las buenas pizzerías y trattorias de Napoli.

Al salir de la ciudad, nos dirigimos hacia Vico. Recorrimos todo el territorio de la Camorra, como si fuéramos sus “cobradores”. Portici, Ercolano, Pompei, Torre del Greco, Trecase, Torre Annunziata hasta descender a zona franca por Santa Maria la Caritá.

Cuando salimos de la zona “pericolosa”, bordeamos el golfo en dirección a Vico. Pasamos por la fábrica de Voiello en Gragnano que es bastante más grande de lo que yo hubiera imaginado y a través de una carretera con tantas curvas como coches llegamos al destino.
Cuando llegamos a Vico, nos dirigimos al Grand Hotel Moon Valley, que como casi todos los hoteles en Italia, ha presenciado mejores tiempos.

Solo tuvimos el tiempo justo de dejar las maletas y salir corriendo (Nunca mejor dicho) para el restaurante Don Alfonso en S. Agata sui due Golfi.
Como dice el propio nombre está en una colina entre los dos Golfos, el de Sorrento y el de Napoli. Un lugar maravilloso, mas aun después de subir en el coche con Fernando Pérez, nuestro Fitipaldi improvisado. Cada curva era un suspiro, más aun cuando comenzó la niebla. Que viaje más largo en unos 25 Km!

Una vez llegado arriba y besado el suelo al estilo “Papa”, entramos en un restaurante, sencillamente, maravilloso. La decoración, el lugar, el servicio, la bodega (Profunda, profunda), la cocina, la lavandería, etc. Todo era de 3 estrellas (Michelin?).
Comimos algunos platos clásicos, unidos a algunas novedades. Los vinos los eligió Juancho y, como siempre, buenos y distintos, en su linea. En general todo muy bien, a mi parecer, algunos platos mejor que otros. La carta de vinos muy buena, aunque el maitre un poco “sobrado” para mi gusto.

Las bodegas, la sala de “relax” y la biblioteca, sublimes. Solo nos falto la copa de después de la cena.
Ya eran más de la una de la madrugada cuando decidimos dos cosas….. bajar a dormir y que no cogiera mas el coche Fernando.

Era tarde cuando llegamos y decidimos ir a dormir directamente. Mañana madrugábamos para ir a Capri. Sera otro gran día que os contare en el próximo capítulo.

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